Un poco de historia de San Carllos de Bariloche
 
 
 Nahuel Huapi
Cuando terminaba el siglo XIX, el cacique Antemil con su gente aún habitaban en la costa sur del Limay. Loncón, también cacique, vivía cerca del arroyo Paca-Leufú.
En el brazo Rincón estaban Antonio Millaqueo, que prestó sus servicios a la Comisión de Limites como baquiano y su padre.
Nasario Lefipán y su esposa Carmelita Quidulef fueron los primeros pobladores de lo que es hoy San Carlos de Bariloche.
Desde Estados Unidos llegó Jarred Jones para instalarse en las cercanías del Fortín Chacabuco y desde el sur de Chile los alemanes José Tauschek, Jorge Huber y Carlos Whiederholdt. Enrique Neil, Jorge y Ralph Newbery, los españoles Fermín Salaberry, Manuel Domínguez son algunos más de los nombres que podríamos mencionar, otros no quedaron registrados por la historia, pero entre todos fueron dando vida a un pueblito que con el tiempo se transformó en lo que vemos hoy.
Jarred Jones, llegado desde Texas, se instaló en 1889 en las cercanías del Fortín Chacabuco. Después de dedicarse un tiempo al tráfico de ganado en pie a Chile, decidió establecer una explotación ganadera en tierras que antes habían pertenecido a Modesto Inacayal (hasta que el cacique fuera tomado prisionero en 1884 y su gente desalojada). Junto con Enrique Neil, un compatriota, puso un almacén de Ramos Generales en el nacimiento del Limay. El Perito F. Moreno, que gozó de la hospitalidad y colaboración del norteamericano en sus campañas, intercedió en retribución para que el gobierno concediera a Jones las 10.000 hectáreas que este había solicitado en compra. En 1908, con el titulo en mano, Jones tendió el primer alambrado. George Newbery y su esposa Fanny Taylor se establecieron hacia 1894 al este del lago Traful donde fundaron la estancia La Primavera dedicándose a la ganadería y a la explotación maderera.
 
 
Colonia Nahuel Huapi
El 3 de Mayo de 1902, El General Roca firmó el decreto de fundación de la Colonia Agrícola Nahuel Huapi en el perímetro del lago. La Ley del Hogar, desde 1884, facultaba al gobierno para donar las tierras conquistadas. El mismo decreto reservaba dentro de la Colonia, para la formación de pueblos, los lotes 111 y 95 del paraje Puerto Moreno y "en el denominado San Carlos los lotes 114 y 115". Estos últimos ubicados frente al antiguo almacén Wiederholdt.
 
Distribución de Tierras
En 1903 el ingeniero Apolinario Lucero, fue encargado de realizar las mensuras y el primer relevo de la población existente en la colonia para la entrega de tierras. Su informe, cuyo contenido racista y discriminatorio no llamó la atención de la época, fue aprobado por decreto del 4 de enero de 1904.
"La población actual de estos terrenos -decía- es bastante numerosa; se compone de indígenas procedentes de Chile, de chilotes o chilenos procedentes del archipiélago de Chiloé y de alemanes que en su mayor parte han venido también de Chile. De estos pobladores los únicos que tienen verdaderamente condiciones para colonos son los alemanes, pues tanto los indios como los chilotes se limitan a sembrar el trigo y las papas que necesitan para su consumo, ocupándose después como peones a jornal. Es gente viciosa y dañina, incapaz de un trabajo continuado, que en cuanto reúnen algunos fondos se entrega a la bebida y a toda clase de excesos hasta consumir el último centavo, volviendo recién entonces al trabajo." Recomendaba por lo tanto," que sería inutilizar los terrenos entregándolos a colonos de esta clase y será además hacer un serio perjuicio a los verdaderos colonos darles semejantes vecinos. En cambio algunos otros pobladores como los tres hermanos Boock, los Goye, los Mermoud, Muhlenpfordt, Goedeke, Runge y especialmente la casa de Hube y Achelis han efectuado a sus costas trabajos verdaderamente importantes, construyendo buenas casas de madera, corrales, cercos, puentes, caminos, un molino hidráulico y sobre todo limpiando el terreno de los bosques y malezas que lo cubren, que es el mayor trabajo para el agricultor de aquellas regiones". El ingeniero agregaba: "Sería también muy conveniente destinar una fracción de terreno para dividirla en pequeños lotes y distribuirlos entre los indios y chilotes que actualmente tienen sus viviendas dispersas en los lotes reservados; esta gente como lo he dicho anteriormente tiene suficiente con un pedazo de terreno donde puedan sembrar las papas o el trigo que necesitan para su consumo, pues no cultivan más, ni se dedican a la ganadería".
(Extractos del informe del Agrimensor Apolinario J. Lucero. Mensura y entrega de lotes en la Colonia Nahuel Huapi, 30 de septiembre de 1903, tomados por el Ingeniero Emilio Frey.)
Posiblemente las recomendaciones del Ingeniero Lucero no hayan sido tenidas oficialmente en cuenta, pero lo cierto es que los trámites para la entrega de tierras de la Colonia Nahuel Huapi, que debían realizarse en Buenos Aires, fueron tan complicados y costosos que solo aquellos que pudieron costearlos obtuvieron los títulos de propiedad, quedando, muchos antiguos pobladores, como ocupantes ilegales en sus propias tierras.
" Esta Colonia tiene que ser agrícola pastoril, pues teniendo en cuenta la configuración del terreno, la clase de las tierras, un colono no puede vivir con una sola de estas industrias, especialmente en los lotes reservados."(...) "Todos los artículos de primera necesidad que no se producen en la localidad tienen precios fabulosos. La vida en la Colonia tiene que ser muy dura al colono no habituado a esos parajes, pues a más de la crudeza del clima tiene que luchar con un terreno sumamente montañoso y cubierto de bosques que son tanto mas tupidos, cuanto mejor es la calidad de la Tierra. De manera que un colono que ha limpiado de árboles, malezas un terreno para poder cultivarlo, lo tiene bien pagado". (Informe del Ingeniero Apolinario J. Lucero sobre Mensura y entrega de lotes en la Colonia Nahuel Huapi, 30 de septiembre de 1903.)
 
 
 
 LA CIUDAD INDUSTRIAL
Algunos hombres soñaron con la grandeza industrial de la Patagonia, pero fuertes obstáculos frenaron todas sus iniciativas. Exequiel Ramos Mexía (1853-1935), Ministro de los gobiernos del General Roca, de Figueroa Alcorta y de Roque Sáenz Peña, dió los primeros pasos para promover el desarrollo del sur.
Basándose en los estudios del ingeniero norteamericano Balley Willis, que él mismo contratara en 1910, consideró que los ricos territorios de la Patagonia merecían cualquier inversión que fuese necesaria para su desarrollo. Para él fueron proyectos realizables, el construir líneas de transporte y comunicación, transformar la fuerza de las aguas en energía, atraer población que se arraigara en los desiertos, fomentar la agricultura en el sur para disminuir la dependencia alimenticia y promover el establecimiento de industrias para la utilización de materias primas en el lugar mismo de su producción.
Según el Ministro, el carácter unilateral de una economía agrícola-ganadera radicada en la pampa húmeda no podía garantizar el desarrollo nacional. La explotación de los recursos del sur debía suministrar un impulso complementario. Ramos Mexía y B. Willis previeron
"una época no muy lejana en que la República Argentina podría independizarse de las manufacturas extranjeras de paños y artículos de cuero".
Ambos planearon el porvenir de "una provincia industrial que debía enriquecer y liberar al país" Pero tales proyectos fueron lapidados por quienes representaban políticamente los intereses del viejo esquema agro-importador.
Plan de Fomento
Tomando como ejemplo el desarrollo del oeste norteamericano, donde los llamados "desiertos" se habían transformado en regiones productivas Ramos Mexía concibió el Plan de Fomento de los Territorios Nacionales que presento ante el Congreso en 1906. "El proyecto -según sus propias palabras -se inspira en dos conceptos fundamentales. El primero es que la tierra pública debe ser destinada a fomentar, con su producto, las regiones en que se encuentra ubicada(...). El segundo, que la base esencial del desenvolvimiento de un país, es la multiplicación sistemática de las vías de comunicación indispensables para el comercio, en su triple aspecto de terrestres, fluviales y marítimas".
 
 
La Comisión de Estudios Hidrológicos
Para el desarrollo de la Patagonia, el primer paso indispensable fue la realización de estudios topográficos y geológicos. Los mismos estuvieron a cargo de una comisión contratada en 1910, por el ministro Ramos Mexía. El Ingeniero Bailey Willis, del departamento de Investigaciones Geológicas de Estados Unidos, que contaba con 30 años de experiencia dirigió la comisión. Emilio Frey, Ingeniero argentino que había trabajado previamente con el Perito Moreno en la Comisión de Limites, asumió el cargo de Asistente en Jefe de la que se llamo Comisión de Estudios Hidrológicos del Ministerio de Obras Publicas. La comisión realizo detallados estudios y elaboro proyectos que fueron considerados de gran valor por el Ministro Ramos Mexía. Sin embargo tuvo que enfrentar una fuerte oposición que se manifestó, tanto a través de trabas burocráticas como en una violenta ofensiva política, que finalmente logro terminar con sus actividades cuando el Ministerio quedo a cargo de Manuel Moyano en 1915.
 
 
El ferrrocarril
El tendido de líneas férreas estatales era de esencial importancia en el plan de Ramos Mexía. Ya desde 1906 su proyecto aprobado por el Congreso, autorizaba "la construcción de ferrocacarriles económicos pobladores con sus telégrafos correspondientes", estableciendo que el trazado de las líneas en el Norte de la Patagonia sería desde Puerto San Antonio, en Río Negro, hasta el Nahuel Huapi. En 1911, la Comisión colaboró a pedido del Ministro, con el jefe de Construcción del Ferrocarril en dicha zona, el Ingeniero Guido Jacobacci.
Serios problemas obstaculizaban las tareas de construcción debido a las dificultades del terreno. Los ingenieros Frey, Nelson, Lewis y Pemberton, miembros de la comisión, elaboraron un mapa topográfico con líneas de contorno de una exactitud tal que permitió descubrir y evitar las secciones mas dificultosas del terreno. El ministro satisfecho con los resultados, encargó a B. Willis el estudio de una línea férrea que desde San Antonio, pasando por el Nahuel Huapi, se extendiera a través de la Cordillera hasta el pacifico, uniendo las economías chilena y argentina para restablecer un intercambio comercial histórico que había sido interrumpido en el siglo XIX.
El informe sobre la "Sección Cordillerana del ferrocarril Transcontinental de San Antonio en Argentina a Valdivia en Chile" fue presentado al Ministro y publicado en 1912, pero el capital inglés fue el principal adversario económico del proyecto.
En aquel entonces la Compañía ferroviaria, de propiedad británica, no solo carecía de interés en tender líneas férreas en las zonas ajenas a la producción de carne y granos, sino que además se oponía rotundamente a que ferrocarriles nacionales las construyan para competir con sus futuros intereses en la Patagonia.
El Desarrollo Industrial
En 1912, Ramos Mexía encargó a B. Willis investigar la capacidad regional para sostener industrias de interés nacional, teniendo en cuenta, que era indispensable reemplazar el carbón importado -del que dependía Argentina entonces- por otros recursos energéticos.
La Comisión se estableció en Bariloche desde donde estudio las características geo-económicas de la región y las posibilidades de generar energía hidroeléctrica.
La idea central de Ramos Mexía era la creación de una ciudad industrial en la Patagonia, polo que aseguraría el desarrollo regional: sería la ciudad capital en la que tendría asiento el gobierno provincial. Willis ubicaría el sitio y proyectaría los planos. "Las razones que impulsaron al Ministro- según palabras del mismo Willis -a ordenar la selección del sitio para una ciudad fabril-, fueron las de un estadista perspicaz. Previó que el conjunto de materias primas, la abundancia de fuerza hidroeléctrica y el gran mercado que ofrecen las provincias argentinas, tarde o temprano habrían de dar lugar a la implantación de industrias manufactureras en la cordillera. Y propuso sabiamente que el desenvolvimiento del porvenir se guiara por planos basados sobre investigaciones apropiadas". Sin embargo en 1912, el Ministro Ramos Mexía fue interpelado por la cámara: se lo acusaba de extravagancia y derroche de dineros públicos. Como el presidente Sáenz Peña apoyó a su ministro, tanto éste como la Comisión continuaron con sus tareas. B. Willis presentó un informe según el cual la región era apta para sostener una población de tres millones de habitantes gracias a sus recursos. Comprendía tierras apropiadas para agricultura, bosques, campos de pastoreo y un abastecimiento inagotable de energía hidráulica que alimentaria la industrialización.
La Capital Industrial del Nahuel Huapi
La provincia de la cual la ciudad debía ser capital, abarcaba toda la cordillera desde Junín de los Andes hasta Colonia 16 de Octubre, en Chubut. Willis propuso que elevando las aguas del río Limay al nivel del lago Nahuel Huapi, mediante un dique de moderada altura, en el lugar de "la segunda Angostura", podría construirse a los bordes del nuevo embalse, la ciudad. "La creación del lago Limay- escribe Willis- producirá una caída en el río que según el caudal medio de los últimos 10 años dará una fuerza teórica de 80.000 caballos, de los cuales se podrían llevar a la ciudad, a 12 Km de la usina generadora, probablemente 50.000 caballos constantemente aprovechables". Respetando la zona destinada para Parque Nacional, la parte superior del lago Nahuel Huapi y el oeste de Bariloche no se tuvieron en cuenta para la elección.
El plano de la ciudad industrial establecía cuatro secciones distintas:
1- Sección manufacturera junto al río Limay, cerca de los ferrocarriles y bien abastecida en agua. 2- Sección para viviendas obreras y tiendas.
3- Sección residencial en el Noroeste.
4- Sección para arsenales ferroviarios y reserva militar al sudoeste del ferrocarril.
La oposición
"Puede preverse -escribió Willis- que en fecha no muy lejana, la fuerza hidroeléctrica del Limay será utilizada para la producción de tejidos de lana y de punto con los finos vellones de los merino de Río Negro y Neuquén (...), artículos de cuero con los materiales de los frigoríficos, muebles y otros productos de madera (...)".
Pero en 1912, las importaciones argentinas ascendían a 76 millones de libras esterlinas, de los cuales 20 millones se invertían en importación de tejidos, madera y manufacturas, papel y artículos de cuero. Y los planes de industrialización encontraron su principal antagonista en los intereses vinculados al comercio de exportación-importación a través del puerto de Buenos Aires. El capital británico, interesado en mantener el monopolio sobre las líneas férreas, tanto como los estancieros pampeanos y patagónicos, exportadores de carne, granos y lana, como los importadores de tejidos y cueros, se opusieron violentamente al proyecto.
La oposición en el congreso había llegado a su fase más aguda y Ramos Mexía, en 1913, se vio obligado a presentar su renuncia. Aunque su reemplazo, el Dr. Carlos Meyer Pellegrini, siguió apoyando el trabajo de la Comisión durante el breve lapso que duro en sus funciones, la abierta hostilidad del siguiente Ministro, Dr.Manuel Moyano- quien con anterioridad había ocupado el cargo de Director de los Ferrocarriles Británicos, concluyo con las actividades de los ingenieros en 1915 y la ciudad industrial de Nahuel Huapi murió en los archivos.
Bailley Willis presentó el conjunto de sus estudios y proyectos en la obra titulada "Historia de la Comisión de Estudios Hidrológicos del Ministerio de Obras Publicas" cuyos originales donó al Museo de la Patagonia en 1941. El segundo tomo de la misma, donado a la dirección de Parques Nacionales en 1937 permanece inédito.
Ramos Mexía que había luchado por trazar líneas férreas para poblar e industrializar el sur, escribió en sus "Memorias":
"Los ferrocarriles de la Patagonia han sido celebrados como líneas de turismo, y yo, como una burla, he recibido muchas felicitaciones por ese pensamiento genial (?!)".
 
 
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